
Científicos aragoneses han desarrollado lanzaderas inteligentes para trasladar nanopartículas hasta el interior de las células tumorales y destruirlas mediante calor y sin fármacos, siguiendo la estrategia «caballo de Troya», tal como ha publicado este lunes la prestigiosa revista Journal of Extracellular Vesicles, la de mayor índice de impacto en el campo de los exosomas.
El artículo recoge el trabajo liderado por Pilar Martín-Duque y Jesús Santamaría, personal docente e investigador de la Universidad de Zaragoza y ambos miembros de Instituto de Investigación Sanitaria Aragón (IIS Aragón) y del Centro de Investigación Biomédica en Red de Bioingeniería, Biomateriales y Nanomedicina (CIBER-BBN). Santamaría pertenece además al Instituto de Nanociencia y Materiales de Aragón (INMA, centro mixto CSIC UNIZAR).
Los autores han utilizado vesículas celulares (exosomas) como «caballos de Troya» para llevar nanopartículas huecas de oro hasta el interior de tumores en modelos animales.
«Hemos conseguido reducir o eliminar los tumores en ratones sin fármacos, solamente con el calor generado al irradiarse con un láser. Es decir, inyectamos los exosomas con las nanopartículas en la cola del ratón y ellos solos «buscan» al tumor, no solo en modelos convencionales sino en multinodulares, similares a procesos de metástasis», señalan los autores del trabajo.
Los resultados obtenidos con este trabajo representan un segundo avance muy importante en la trayectoria de la investigación que vienen desarrollando desde hace tiempo. Así, en el 2019, estos científicos ya utilizaron exosomas como caballos de Troya para llevar catalizadores de Paladio (Pd) hasta el interior de las células cancerosas y fabricar «in situ» el fármaco quimioterápico, pero la demostración se hizo solo con células. En este trabajo se da un paso más, en modelos in vivo.
Nanotecnología en oncología
Una de las vertientes más interesantes de la nanotecnología son las nanopartículas para tratamientos en oncología. Las hay de todos tipos: tóxicas en sí mismas, capaces de albergar compuestos quimioterápicos, capaces de calentarse o de emitir radiación electromagnética. Sin embargo, todas estas estructuras se encontraban con el mismo problema: resultaba muy difícil hacer que llegasen selectivamente al tumor y producir la muerte celular solo en su interior.
Hasta ahora las principales estrategias para llevar las partículas hasta los tumores eran de dos tipos, las basadas en el efecto EPR (que aprovecha los defectos en la vascularización tumoral para introducir nanopartículas) y las llamadas de direccionamiento activo, que decoran las partículas con una amplia variedad de biomoléculas, especialmente anticuerpos, como agentes de reconocimiento tumoral. A pesar de esos esfuerzos, estudios recientes han puesto de manifiesto que sólo una pequeña fracción de las nanopartículas (generalmente menos del 1 por ciento) alcanzaba los tumores.
EP